domingo, 1 de febrero de 2009

Comer verduras es lo más saludable


Por Donato de Santis — Foto: Diego Wolfson
Consejos de Donato para comer verduras y sentirse bien.
Vivir en los tiempos de hoy, siempre apurados y corriendo de aquí para allá todo el día, nos lleva de a poco a pensar que, entre otras cosas, comer sano es comer sólo alimentos aparentemente poderosos y ricos como la carne, que contiene carbohidratos o, peor aún, a entregarse a la facilidad y rapidez de la comida lista o comida chatarra.
Sin querer caer en recomendaciones médicas o en tendencias fashion, hay que reconocer que, en las últimas épocas, las verduras y hortalizas han perdido charme e interés en nuestra dieta cotidiana.
La historia del hombre habla de su origen como herbívoro antes de evolucionar al estado actual de omnívoro. Puede ser que la memoria ancestral —atada a nuestro deseo y necesidad de sustento— haya sufrido con el paso del tiempo un lento e inexorable deterioro; el resultado está a la vista: cada vez comemos menos variado, al tiempo que nuestro cuerpo exige vitaminas, fibras y otros componentes tan necesarios para tener una alimentación completa.
Hace más o menos unos treinta años, cuando todavía vivía en Italia, la verdura era (y lo sigue siendo) parte de la mesa familiar. Recuerdo que mi papá llegaba del trabajo con un racimo de rábanos recién arrancado de una maceta en la puerta de casa (yo les sacaba la tierra con agua y con un poco de aceite y sal me los comía así nomás) o con alguna que otra verdura fresca de nuestra huerta.
Pero claro que en casa siempre se aprovechaban las temporadas de cada verdura. Por ejemplo, en invierno, siempre estaban aquellas de hojas verdes como acelga o espinaca, repollo, rúcula (que crecía naturalmente en el borde de la ruta) y cebolla.Se preparaban no sólo en sopa sino en ciambotta, se asa una variedad de verduras como berenjenas y ajíes, también se pueden agregar papas, o en pancotto, que es una especie de caldo con pan ultraseco (aproveche el pan viejo de dos o más días) con achicoria, brocoli, algo de tomate y chauchas.
En verano, con el calor abundaban los tomates, calabazas, zucchinis, arvejas, pepinos, que se hacían cocidos o mezclados en una simple ensalada.
En la actualidad, mis visitas a los supermercados terminan siendo una profunda desilusión a la hora de transitar las góndolas de verduras frescas (¿frescas?) donde encuentro durante todo el año la misma monocromática oferta y selección. Convengamos que la gente tampoco es muy creativa, ¡los carritos siempre están llenos con lo mismo!: algo de perejil, papas (tubérculo omnipresente), cebollas y un manojo de acelga, y el eterno, eternísimo, zapallo.
¿Qué pasó con las ansias de esperar a la temporada de alcauciles, con la alegría de volver a comprar unos coliflores, o simplemente unas remolachas para comerlas cocidas junto con zanahoria y borraja hervida?Me pregunto si serán los precios prohibitivos los que a veces alejan a cualquier apasionado de la buena cocina, la falta de conocimiento sobre qué y cómo cocinar tal o cual ingrediente o sólo es el resultado de una época que nos roba minutos a nuestras voluntades para dedicarnos con tiempo necesario a pelar, cortar, hervir, condimentar etc.
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